viernes, 10 de julio de 2009

Temores de mi vida


Quien iba a decir que al paso de los años, los temores que tuve algún día serían cosa de risa comparándolos con los presentes, mismos que espero atenuar con el paso del tiempo.

Siendo niña recuerdo que temía mucho por los regaños de los adultos, y no se digan en la escuela, razón por la cual siempre me comporté de buenas maneras, cumplía con todas mis tareas y evitaba todo aquello que causara algún regaño, en especial si no eran mis papás.

Crecí y mis temores no cambiaron ni aún entrando a la universidad, pero aún así debo confesar que si hubo bastantes cambios en ellos pues resulta ser que yo fui una niña que se escandalizaba con los noviazgos a temprana edad, los cuales consideraba más oportunos a un nivel bachillerato, y otra de mis características era no gustar de la música moderna considerándola mala. Prácticamente me comportaba como toda una monja hasta que llegué a tercero de secundaria y todo aquello comenzó a cambiar: le tomé gusto a la música moderna, me animé a bailar aún enfrente de mis papás, e incluso relajé más mi forma de hablar. Todo ésto se dio después de haber entrado en una crisis emocional donde me sentí rechazada hasta por mis papás y después de haber sido escuchada por Dios quien me envió una persona a la que yo le importaba, decidí cambiar de actitud ante la vida y alegrarme por sentirme amparada.

Más adelante mis temores se basaban más en mi familia pues peléabamos mucho y aún después de procurar darles gusto yo sentía que nada estaba resultando. Tiempo después mi temor desapareció al ver el éxito obtenido pues todos empezamos a ser realmente una verdadera familia y al poco tiempo también le perdí el miedo a los regaños pues "ésta vida sólo se vive una vez" y ya bastantes años me la había perdido. Fue hasta entonces que me relajé un poco más con la escuela al igual que con mi forma de ser, empecé a asistir a las discos y algunas fiestas, y me liberé de todos esos temores que reprimían mi persona. Entonces sí que fue mi mejor época, libre de temores, feliz y despreocupada de la vida, cosa que sólo duró hasta mis 19 años pues sin darme cuenta me hice presa de otros temores de los que aún no me he podido liberar, mismos que se resumen en un concepto: tener que pasar a ser una persona adulta.

Jamás pensé que eso pudiera causarme algún temor hasta que me encontré con el amor de mi vida. Mi temor empezó desde el momento en que cumplí 19 años, al recibir un anillo de compromiso que acepté porque realmente era la persona con la que yo quería estar toda mi vida y por tal motivo no lo rechacé pero más sin embargo me hizo decir en el fondo de mí que "hubiese deseado que fuese después cuando me entregara el anillo", es decir, 4 años después, ya que hubiese terminado mi carrera y me encontrara trabajando, pero me consolé cuando me dijo que quería casarse cuando termináramos. Aún así no podía evitar sentir tanto amor por él y menos de sentirme capaz de todo, misma razón por la que permití que nuestro amor no sólo fuera una entrega total de nuestras almas, sino también de nuestros cuerpos. Entonces me sentí completamente suya de una manera inexplicable pero que me hacía dichosa, haciéndome desear irme a vivir con él pero... aquí fue cuando me hice presa de los temores pues no quería darles un disgusto a mis papás, no quería arriesgarme a no terminar mi carrera, y mucho menos quería perderlo. Siempre pensé que casarme con él antes de terminar nuestra carrera causaría grandes conflictos entre nosotros porque no íbamos a contar con el dinero suficiente para subsistir, nos estresaríamos demasiado y nos la pasaríamos peleando por todo. Era eso último lo que quería evitar pues yo lo quería para toda la vida conmigo, pero él ya me quería con él y... ahora me doy cuenta que sólo he tenido miedo de abandonar mi mundo para construir uno totalmente nuevo y diferente.

Desgraciadamente es ese temor el que me causó tantas discusiones con él, y ahora que es inevitable que yo lo enfrente, no dejo de temer lo mismo y quizá con mayor intensidad. Ahora veo que era el destino que yo diera ese gran paso al que tanto he temido pero más sin embargo no puedo quejarme porque a cambio me ha dado los dos obsequios más grandes de mi vida... el amor de mi vida y el fruto de un gran amor. Quizá sean ellos mi único consuelo para enfrentar mi temor, sólo que de momento no conseguiré acabar con mis otros dos temores hasta que no suceda algo que me aleje de ellos... la reacción de mis papás ante la noticia y poder terminar mis estudios en la carrera. A decir verdad, a pesar de todo me siento sin culpas porque realmente hicimos todo por evitar un embarazo y sin embargo se dio con la casi nula probabilidad de que éste ocurriera, pero ya que se dió, con gusto hemos de recibirlo y afrontarlo.

En fin, esos son mis temores de hoy y mañana quién sabe cuáles serán, pero de lo que sí estoy segura es que no faltará quién coincida conmigo en ciertos puntos, sólo que en diferentes momentos, maneras, lugares y por supuesto, personas.

PD: Nunca des mala cara por un embarazo inesperado porque has sido afortunada(o) a diferencia de los que esperan y no lo consiguen.

lunes, 6 de julio de 2009

Una vida acelerada


Cuando nací, me topé con dos seres responsables que me trajeron al mundo por decisión propia y gustosos de hacerlo, y de lo cual me he sentido muy orgullosa, sólo que me lamento de no haberlos podido corresponder de la misma manera.

Antes que nada he de relatar cómo ha sido mi vida desde que llegué a éste mundo, de lo cual no me puedo quejar mucho pues mis queridos padres procuraron siempre darme lo mejor no sólo en el aspecto económico, sino también en mi formación social y emocional. Comenzamos nuestra vida viviendo en casa de una amiga de ellos y hasta que cumplí mi primer año de edad, nos mudamos a nuestra casa propia. Fue ahí donde decidieron darme una compañía al verme siempre tan triste y sola y al siguiente año tuve un hermanito. Lo chistoso fue que a pesar de mi nuevo compañero, a mi mamá le decían que no parecía que tuviera niños en casa pues no dábamos lata alguna, o cuando menos eran muy escasas nuestras travesuras. Pasaron los años y mi mamá se volvió a embarazar, sólo que en ésta ocasión mi vida si cambió un poco o tal vez mucho. Dejé de ir a la escuela por algún tiempo debido a lo delicado del embarazo de mi mamá y cuando tuve 7 añitos, nació mi segundo hermano. Fue entonces cuando dejamos de salir tan a menudo, yo me aislé en mi mundo y mis hermanos eran punto y aparte. Eso no estaba tan mal hasta que comenzamos a pelear en serio y a mis 10 años yo me había vuelto extremadamente rencorosa con mi hermano y mi papá porque él no hacía nada cuando mi hermano se encajaba conmigo. En fín, que así me la pasé hasta mis 15 años y entonces comencé a dar un cambio radical para bien: todo era amor y paz. Me costó mucho entablar buenas relaciones con mi familia pero al final hubo un cambio mutuo y todo resultó para bien. En cualquier otro aspecto de mi vida yo era una hija ejemplar, estudiosa, tranquila, seria, sin nada de novios y en pocas palabras, fuera de mi casa yo no causaba nada de problemas. Por tales motivos es que pude ingresar a la universidad a mis 18 años recién cumplidos y terminar mi primer semestre con un promedio excelente.

Hasta entonces me sentí a gusto con mi vida pero... dejó de ser así cuando me inicié en la vida amorosa. A mis 18 años inicié un noviazgo que al segundo mes me dio mi primera desilución en la vida...intentó engañarme con una amiga, misma que lo delató ya mucho después de que él la había dejado de rondar y por eso mismo terminé una amistad y continúe un noviazgo sólo por intentar. Todo iba bien hasta que el que era mi novio quizo dar el siguiente paso y yo no. Sufrí una depresión tremenda al descubrir lo que pretendía y más al ser cortada por no ser atrevida, pero la superé y él volvió a buscarme; yo lo acepté de nuevo porque sabía que si él continuaba conmigo era por afecto y no por otra cosa pues ya sabía que yo no estaba dispuesta a ceder. Así seguimos por algún tiempo hasta que me cansé y terminé con él, sobre todo porque ya no le quería y quien me interesaba era otro.

A la semana de terminar y de que el que me interesaba se enterara de la noticia, comenzamos a andar pero... ésta vez con un sentimiento más fuerte, uno capaz de hacerme salir de casa si él me lo pedía, estaba tan ilusionada que me dejé llevar por completo. Fueron tan solo tres semanas, pero las suficientes para hacerme sufrir bastante cuando dejó de irme a ver, que después me cortara por internet, cuando comenzó a lucir su interés por otra chava en mis narices, y más cuando divulgó comentarios poco gratos entre mis compañeros de la escuela. Fue algo fatal para mí, al grado de no querer volver a pararme por la escuela y de odiarlo por ilusionarme con una vida juntos y que de pronto me cortara tan fea y repentinamente. Entonces no quise volver a tener nada que ver con hombres hasta que medio mes después apareció uno bastante insistente conmigo. Yo no le hacía caso, pero después de dos semanas en que pude darme cuenta de lo sincero de su cariño y sobre todo de que se trataba de un chico que alguna vez me gustó al grado de decir "yo quisiera un hombre así como él", no pude negarme y comencé una nueva relación.

A nadie le gustó lo acelerado de mi paso y a mi menos me gustó que todo me estuviera llegando de golpe pero no podía dejar pasar nada pues cada día sólo se vive una vez. Yo sabía que por ahora estaba frente a una persona que me quería pero no sabía hasta qué grado hasta que día con día me lo fue demostrando. Comenzó por atenciones, protección, mucho afecto y cuando me di cuenta, él ya estaba haciendo planes de una vida conmigo. Realmente me asusté cuando vi lo acelerado de su paso y quise terminar pero después me di cuenta de que dificilmente encontraría a otro hombre que me amara tanto como él, que fuera responsable, trabajador, tierno conmigo y de carácter cuando era necesario con los demás. Le encontré muchísimas cualidades que me hicieron perder el miedo de querer y confiar en alguien, y con todas sus actitudes terminé por enamorarme de él pasado el primer mes, aceptar su anillo de compromiso al segundo y finalmente profundizar nuestra relación al tercer mes, es decir, acepté dar el siguiente paso en nuestra relación por el simple hecho de que jamás lo pidió sino que sin planearlo se dio la ocasión. Quizá esa primera vez no fue muy cómoda por el miedo a ser descubiertos, por mi enojo de no cumplir mi meta de llegar virgen al matrimonio y por un poco de vergüenza de que haya visto y sentido mi cuerpo, pero aún así se dio una segunda ocasión(intencional) y ésta vez si que fue mágica porque no fue sólo un placer físico sino emocional pues era con una persona que tanto amaba y que me correspondía igual o mejor aún. Era una dicha enorme que no cabía en mi alma, haber encontrado el amor de mi vida, y que las cosas fueran de maravilla con mi familia,amig@s,escuela y muchas otras cosas que me hacían pensar que estaba soñando.

Mi felicidad sólo duró medio año porque después comenzó todo lo malo, comenzó por celarme mucho, absorber todo mi tiempo y al final nada lo complació y todo lo que veía en mi eran defectos, y no hacía más que hacerme reproches, insultos y amenazas. Yo en un principio me dejé pero después le pagué con la misma moneda y lo peor del caso es que a pesar de todo ni uno ni otro consiguió romper el lazo de amor que construimos una vez. A decir verdad, unos días los pasábamos bien y otros no, pero nos conservábamos justamente por los buenos momentos hasta que surgieron problemas más serios y entonces comenzamos a guardar rencores. Al final él ya no quiso seguir y aunque quería tomarle la palabra, el dolor de perderlo era tan grande que me hundí en la depresión, el llanto, el coraje, y muchos sentimientos que sólo me hacían sufrir. Yo le pedí continuar e hizo caso pero como con el afán de destruirme y hasta entonces me opuse a seguir siendo ahora él el que me pedía continuar y a cambio repararía todo el daño que me había hecho. Entonces yo ya me encontraba muerta en vida y pretendiendo sanar y confiando en su palabra, le hice caso y afortunadamente resultó, sólo que no podía perdonarle todo el mal que ya me había hecho y preferí actuar con cautela, aunque eso ya no le gustó mucho, no le quedó de otra.

Fue así como recomenzamos después de nuestro primer aniversario y después de dos meses... ¡descubrí que estaba embarazada! Me alegré infinitamente y más de pensar lo bien que le sentaría la noticia de ser papá pero... entonces volvimos a discutir bastante porque a él le desagradó la noticia y a mi me entristeció ver su reacción. No pensé perdonarlo esta vez pero no me resistí cuando me buscó y su cara era otra, además de que preferí olvidar a ponerme de orgullosa y ni siquiera intentar darle una familia a mi bebé.

Sólo tengo 20 años y él 22, no nos hemos casado y ya estamos por tener un hijo que no sé si de verdad lo desea pero en lo que a mi respecta, aunque me hubiese gustado que llegara hasta dentro de 5 años, me siento a gusto de que sea hijo del hombre que amo (aún con todas las adversidades) y por eso aún no puedo quejarme de mi vida pero lo único que no me gustará será darle la noticia a mis papás quienes sé que entristecerán y que espero pronto se contenten cuando vean que sigo mi vida y más cuando haya terminado mi carrera que de preferencia espero sea en 2 años como había sido previsto.

Como verán, tengo una vida acelerada pero me conformo al saber que está por cumplirse otra meta en mi vida y que las que faltan dependerán de mi esfuerzo, mismo que no me ha faltado para cumplir mis deseos.